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Personaje

El discreto invitado de Boric al Polo Sur: Jon Lee Anderson habla de ese viaje, de Milei, de Siria

El discreto invitado de Boric al Polo Sur: Jon Lee Anderson habla de ese viaje, de Milei, de Siria

Este periodista norteamericano recorre el mundo para escribir de poderosos y guerras en The New Yorker. Autor de la biografía más completa del Che Guevara, a principios de diciembre publicó un perfil del presidente argentino que sacó chispas y días después partió a Siria tras la caída de Basar al-Assad. En 1998 perfiló a Augusto Pinochet y en 2022 a Gabriel Boric, con quien reconoce una cercanía personal. “El viaje a la Antártica es el abre puertas de un reportaje que quiero hacer sobre el futuro de ese lugar”, cuenta desde su casa en Inglaterra.

Por: Patricio De la Paz | Publicado: Sábado 18 de enero de 2025 a las 21:00
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Ahora está en Dover, en el sur de Inglaterra, donde vive hace años. Se conecta al Zoom y saluda en un perfecto castellano, aprendido en sus largas estadías en países de América Latina, que son el material principal de su trabajo periodístico que hace décadas publica en el prestigioso The New Yorker.

Jon Lee Anderson -nacido en California hace 68 años- ha escrito miles de páginas en las que cuenta cómo se ha movido el mundo en el último medio siglo, y es autor de varios libros; posiblemente el más conocido es la biografía del Che Guevara. Está en movimiento perpetuo. Cuesta encontrarlo en su casa, como excepcionalmente ocurre este lunes de enero a mediodía. En sus viajes, uno detrás de otro, está el oxígeno que lo mantiene vivo.

Sólo el año pasado estuvo en 18 países, tan distintos como Armenia, Kenia, Colombia o Bosnia-Herzegovina. Fueron, al menos, 120 vuelos. A principios de diciembre, luego de publicar un comentado perfil de Javier Milei, partió a reportear a Brasil, pero apenas llegó allá supo de la caída de Basar al-Assad y partió enseguida a Siria. Estuvo casi dos semanas y regresó a Dover justo para Navidad. Pocos días después partió de nuevo. A un viaje que hasta ahora no había comentado. “Fui al Polo Sur con Boric”, revela.

Al Presidente chileno lo conoce hace años, cuenta, desde los tiempos en que era diputado. Conversan de vez en cuando y se han encontrado ocasionalmente en el extranjero, con Boric en viaje presidencial y Anderson reporteando algún tema. En 2022, el periodista publicó en The New Yorker un largo perfil sobre el mandatario, contando quién era y con crónica de sus días previos a asumir el cargo. 

Algunas veces habían hablado de la Antártica, uno de los pocos lugares del mundo que Anderson no conocía. “De nuestras conversaciones anteriores entendí que el Presidente Boric tenía inquietud por ese territorio, que me pareció muy importante y que coincidía con un interés mío”, señala. Así que cuando Boric armó el viaje con el cual llegó al Polo Sur a inicios de enero, incluyó al norteamericano en su comitiva donde también estaban dos ministras, una subsecretaria, los comandantes en jefe de las Fuerzas Armadas y un grupo de científicos. Entre las fotos que dio a conocer Presidencia de este viaje intenso de dos días, cuyo destino fue la base Amundsen-Scott, en un par de imágenes aparece Anderson -de parka negra- siempre discreto en un segundo plano.

“De nuestras conversaciones anteriores entendí que el Presidente Boric tenía inquietud por ese territorio, que me pareció muy importante y que coincidía con un interés mío”, señala

“Fue una gran oportunidad acompañar al Presidente y su comitiva al Polo Sur. Para mí fue cumplir un sueño -explica Anderson-. Es el abre puertas de un reportaje en profundidad que quiero hacer sobre el futuro de la Antártida y creo que era muy importante acompañar a un Jefe de Estado en este viaje inusual. Estamos hablando de un continente que es como el Far West de los siglos XVIII o XIX, y por el cual vemos una competitividad entre naciones en un mundo que se vuelve más polémico”. 

Boric y otros chilenos

En octubre de 1998, Jon Lee Anderson publicó en The New Yorker un perfil de Augusto Pinochet, en el cual habló con él, con familiares, con cercanos, con opositores. Veinticuatro años después volvió a perfilar a un mandatario chileno: en julio de 2022 escribió sobre Gabriel Boric, texto que tituló con una pregunta: “¿Puede el joven Presidente de Chile reimaginar la izquierda latinoamericana?”. 

- Ese perfil era auspicioso de un Presidente joven que recién comenzaba. Si lo re-escribieras hoy, ¿qué tendrías que ajustar?

- Estoy al tanto de las dificultades que ha tenido. La seguridad en el norte, la cuestión de los migrantes, los mapuches en el sur, el tema del subsecretario del Interior y la violación. También su rompe sables con Maduro, actitud tan distinta a otros presidentes de izquierda de la región que no han criticado y cierran filas, como Díaz-Canel, Ortega o Morales.

- ¿Pero qué tendrías que ajustar hoy en el perfil de Boric?

- Una vez hice dos perfiles de un presidente: Hugo Chávez. El primero en 2001, luego en 2008; y había una diferencia en el Chávez de ambos años. No es para esquivar tu pregunta, pero francamente para escribir de nuevo de Boric y expresarme en público en torno a él tendría que volver a estar cerca durante un tiempo. No es suficiente con tres o cuatro encuentros y mirar las noticias. Lo que sí diría es que, más allá de que su mandato coincidió con erupciones de problemas latentes, él cometió algunos errores, como en selección de ministros al principio. No son maldades políticas, sino errores de juicio o malos pasos propios de cualquier joven gobierno.

- Como sea, el entusiasmo inicial se moderó. Le critican que su Gobierno no fue tan feminista como decía, que no ha podido aprobar reformas importantes, que está desbordada la delincuencia…

- El perfil que hice de Boric fue de un joven presidente recién electo. Era una coyuntura distinta. Si volviera a escribir de él, y respondiendo a la pregunta que me hacías, obvio que sería un perfil de un presidente ya sazonado, curtido, con los traspiés, los logros y los fracasos propios de una presidencia que ya entra en su etapa final.

Boric en el Polo Sur, enero 2025.

- Antes de la Antártica, ¿se habían vuelto a ver?

- Me he cruzado con Boric en varias ocasiones. En algunos viajes a Chile lo he visto. También en dos ocasiones fuera de Chile: coincidimos cuando él fue a República Dominicana (marzo 2023) y para la asunción de Milei (diciembre 2023). He podido ponerme al día de manera privada con él, no para publicar. Mi interés ha sido seguir entendiendo cómo ve el mundo y su país. De todos los jefes de Estado que he entrevistado en los últimos años es con uno de los que más he logrado un contacto personal.

- ¿Te consideras amigo de él?

- Yo diría que siento amistad con él. Es un joven. Nuestra diferencia de edad es como de padre e hijo. Él es de una generación más cercana a la de mis hijos. Yo lo respeto, es un humanista, alguien que -a diferencia de otros personajes- me consta que busca el bien. No busca el poder con fines de vanidad, su afán es de estadista, aunque algunos chilenos no lo ven así. Entiendo que sus índices de popularidad nunca han sido muy buenos, pero ha demostrado ser un joven con gran futuro. 

Y repentinamente lanza una idea: “Ahora que lo pienso, a ver si este reciente viaje a la Antártica no termina resultando en un segundo perfil del presidente Boric, porque esto podría ser uno de los gestos importantes de su mandato”. 

Anderson comenta que tiene varios amigos y conocidos de Chile, que siempre lo están actualizando de un país que le interesa desde la adolescencia, cuando su padre le hablaba de ese lugar al fin del mundo. Conoce bien al exconvencional Patricio Fernández; y también menciona al poeta Raúl Zurita y al escritor Alejandro Zambra. “Entre mis amigos en Chile hay gente de la cultura, de la política, del medio ambiente, profesores de Derecho, algunos economistas, periodistas, exiliados”, comenta. Y agrega que es usual que intercambie información con otros escritores norteamericanos también atentos a este lugar del planeta, como John Dinges, Peter Kornbluh y David Rieff. “Sí, Chile es uno de los países con que me identifico y siento cierto involucramiento amistoso”, dice.

"Yo diría que siento amistad con él (Boric). Es un joven. Nuestra diferencia de edad es como de padre e hijo. Él es de una generación más cercana a la de mis hijos. Yo lo respeto, es un humanista, alguien que -a diferencia de otros personajes- me consta que busca el bien"

En penumbras con Milei

El 2 de diciembre, The New Yorker publicó un perfil de 15 páginas de Javier Milei escrito por Jon Lee Anderson después de dos visitas a Buenos Aires y más de 30 entrevistas. Allí registra sus hitos económicos -especialmente la baja de la inflación-, los costos que sus medidas han tenido -como el alza de la pobreza- y también sus lados más curiosos, como la relación con sus cuatro perros, con su hermana Karina, sus exabruptos o una desconocida fotofobia, la cual reconoce mientras le da una entrevista a Anderson en un salón casi a oscuras -con todas las cortinas cerradas- en la Casa Rosada. 

Pese a que no era un texto del todo amable, uno de los primeros en celebrarlo en redes sociales fue el propio Milei. Mientras, toda la prensa argentina empezó a perseguir a Anderson para buscar más detalles y trastiendas. Él optó por no contestarles. “Fue un asedio. Pero yo ya había hecho mi trabajo y era lo que estaba escrito en el perfil”, explica. 

- Llegaste bien informado a entrevistar a Milei, pero ¿qué personaje te encontraste?

- En un primer vistazo, alguien amable, normal, muy entusiasta en hablar. Tanto, que era como alguien ocupando un cargo que quizás todavía no se lo creía. También muy ideológico, muy obsesivo. Yo tenía toda la intención de evitar el tema de la economía, que es lo suyo, para llevarlo a terrenos más personales. Entonces pensé mucho mi primera pregunta: ¿Qué es lo que más le emociona de ser presidente? Pero mi truco no funcionó, porque me dijo “haber creado el equipo mejor en la historia de Argentina para bajar la inflación” y no paró de hablar de eso por 22 minutos. Casi un tercio del tiempo que me habían dado para entrevistarlo.

En todo momento, recuerda Anderson, Milei estuvo acompañado de dos asesores, que se ponían tensos cuando el presidente argentino hablaba de sus perros, “a los que llama ‘mis hijos de cuatro patas’”. En varias partes del texto, el autor también consigna que la mayoría de los entrevistados manifiesta “preocupación  por su estabilidad emocional”.

- ¿Consideras que es un perfil polémico?

- No sé si es polémico, porque creo que fui justo con él. Todos mis perfiles tienen un afán de ser justos, aunque los personajes sean controversiales y no sean necesariamente santos de mi devoción. En el caso de Milei, sus exabruptos, sus insultos, su falta de decoro, su exacerbación con ciertos temas no son halagüeños, ni bonitos, ni atractivos. Pero a la vez uno debe tratar de entender de dónde viene la atracción que genera, por qué lo sigue una hinchada. Por lo demás, siempre el perfil del personaje polémico es polémico también. 

- ¿Algún pronóstico de lo que sigue para Argentina?

- Hay muchos aspectos de la gestión de Milei que todavía no se pueden medir del todo, entonces lo que hay hoy es una toma de pulso, nada definitivo. Hay mucha gente dentro y fuera de Argentina que se apresuran en decir “no creo que termine su gestión, es demasiado loco”, o pronostican que todo va a terminar en un desastre. Se apresuran mucho. Esto está en desarrollo.

- ¿Tienes personajes en la mira para nuevos perfiles?

- En América Latina hay que mantener el ojo puesto en Milei, en Boric, en Lula, en Bolsonaro. La Sheinbaum, en México, no inspira tanta emoción, pero es una persona que merece análisis y hay que ver cómo va a tratar el tema de Trump y la migración. Si él me lo permitiera, haría algo con Maduro, a quien ya perfilé en 2018. Otras figuras mundiales interesantes son Putin, Orban y obviamente el nuevo líder de Siria, Mohamed al-Jolani.


Las heridas de Siria


Apenas dos días después de que los rebeldes derrocaron a Basar al-Assad, que huyó a Moscú, Jon Lee Anderson entró a Damasco, la capital de Siria. Era el 10 de diciembre. “Me impresionó la carretera vacía para llegar a la ciudad, era surreal -recuerda-. En Damasco, me llamó la atención tanta gente caminando en silencio. Era como un shock colectivo. Muchos buscaban a sus seres queridos en la prisión subterránea de Saydnaya, sin saber si estaban vivos o muertos. Muy desgarrador. Yo había estado en Siria varias veces, hace años, al principio de la guerra que fue sumamente cruel, con sadismo de parte del gobierno. Yo tenía una noción de este país dictatorial con mucha influencia soviética, pero ahora no estaban Assad y sus secuaces, sino los rebeldes. Y sentía un poco de resquemor con ellos, que son del grupo Hayat Tahrir al-Sham, que tiene en sus orígenes conexiones muy cercanas con Al-Qaeda y el Estado Islámico”.

“Pero los rebeldes no provocaban, no mostraban intolerancia -continúa-. Tenían un discurso compartido de: ‘Vamos a comenzar de nuevo, no queremos venganza’. Pero tú no sabes si eso es real o sólo performático. Veía a algunas mujeres con atuendo occidental, sin cubrirse el cabello; y me preguntaba: ‘¿con estas nuevas autoridades cuántos días más ellas podrán andar así?’ Me recordaba mucho de los talibanes instalados en Afganistán hace dos años y algo”.

Toda esa historia la publicará en The New Yorker en una semana más, el lunes 27 de enero. “Es como una puesta al día con la Siria de hoy”, dice. Y cuenta que planea regresar. “Me gustaría volver para tomar el pulso político y de seguridad a este nuevo régimen, ver qué país empieza a nacer. Muchos tienen recelos, porque esperaban una Siria democrática y cívica, y no creo que eso va a pasar. No sé si un grupo ex yihadista es capaz de sanear las profundas heridas, miedos y odios de esa sociedad”.


El testigo


Anderson viene diciendo hace tiempo que tiene material de sobra para un libro sobre Fidel Castro, pero que no encuentra el tiempo de sentarse y escribirla. “Necesitaría un sabático para hacerlo… En todo caso, no es estrictamente una biografía de Fidel sino quizás, a estas alturas, sería el réquiem de la revolución en América Latina. Si mi biografía del Che era mi mirada, mi análisis, mi documentación de esta revolución, este otro libro sería qué pasó después”, explica.

En todo caso, Anderson tiene nuevo libro en librerías en España, y que en marzo llega a Chile. Se trata del primer volumen de una compilación de sus crónicas y perfiles escritos durante 44 años. El título es una frase que pronunció en su adolescencia y que hoy para él es anecdótica, que juega a la provocación: He decidido declararme marxista. “La dije a mis 13 años, cuando veía que el marxismo ponía el pecho en todas las batallas colonialistas. Pero nunca realmente milité, y cuando me topé más tarde con marxistas no me gustaba la imposición de la demagogia o de reglas, y sentía mucha decepción. Escuché a muchas otras filosofías y me pasaba similar. Pero siempre me abrí a escuchar, es una forma de explorar el mundo y no convertirme yo en un dogmático”. 

Los textos reunidos -que en 800 páginas abordan el poder, la política, las guerras, el medio ambiente- muestran a Anderson como testigo del mundo a lo largo de casi medio siglo. “He sido privilegiado, afortunado, orgulloso de lo que he podido testificar. Siempre fue un afán mío vivir la historia de mi tiempo, y lo he hecho”.

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